domingo, 20 de noviembre de 2011

El Exorcista

El Exorcista
1973, EUA
Dirección: William Friedkin
Reparto: Ellen Burstyn, Jason Miller, Max Von Sydow, Linda Blair

    El año de 1973 comenzó y termino con gritos de dolor. Se inició con Gritos y Susurros de Ingmar Bergam y se cerró con El Exorcista del William Friedkin. Ambos filmes argumentan acerca del clima del alma humana; cada uno a su manera nos obliga, a ver dentro del terror y a confrontar la realidad del sufrimiento humano. Pero, ¿Qué es entonces lo que hace a estas dos obras tan diferentes? La película de Bergam es un clásico humanista, mientras la de Friedkin es una explotación de los recursos más temibles del cine. Eso no significa que sea mala, pero tampoco que sea noble.
    Si las películas son, entre otras cosas, oportunidades para escapar, entonces El Exorcista es una de las más poderosas que se han hecho jamás. Nuestras objeciones, nuestras preguntas, se producen en un contexto intelectual después que el celuloide ha terminado. Durante la cinta no hay reservas, sólo experiencias. Sentimos horror, náuseas, miedo, y una pequeña esperanza tenaz. Es raro que las películas nos afecten tan profundamente El Exorcista tiene ese efecto.
    La historia es bien conocida: es una adaptación más o menos fiel al best-seller de William Peter Blatty. Muchos de los detalles técnicos y teológicos del libro son exactos. El  más exacto de todos es la renuencia de su héroe jesuita, el padre Karras, por fomentar el ritual de exorcismo: "Para hacer eso", dice, "yo tendría que enviar a la niña al siglo XVI." La medicina moderna ha sustituido a los demonios con la paranoia y la esquizofrenia, explica. En el último capítulo de la novela no se explica con detalle los eventos finales en el dormitorio de la niña torturada, pero los efectos especiales de la película en las escenas concluyentes dejan pocas dudas de ello.
    Siempre he preferido un enfoque genérico para la crítica de cine, me pregunto qué tan buena es una película de este tipo. El Exorcista es una de las mejores películas de su tipo jamás realizada, no sólo trasciende el género de terror, el horror y lo sobrenatural, sino que ramifica tales esfuerzos serios y ambiciosos en la misma dirección que Él Bebe de Rose Mary (1968).
    Este filme es un triunfo de efectos especiales y maravillosas actuaciones, en ningún momento estamos menos que convencidos. Ellen Burstyn retrata de manera indiscutible a Chris McNeil; sentimos su frustración cuando los doctores y los psiquiatras revelan los trastornos mentales de su hija, aunque ella sabe que hay algo más profundo y más terrible en la mente de Regan (Linda Blair).
    No estoy seguro exactamente de lo que la gente tendrá como motivos para ver esta película, pero el placer no será uno, porque lo que tenemos aquí no son los deliciosos escalofríos de un thriller de Alfred Hitchcock, pero la experiencia cruda y dolorosa. ¿La gente es tan insensible que necesitan las películas de esta intensidad con el fin de sentir algo? Es difícil de decir.

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